Con la celebración eucarística presidida por el Cardenal Marc Ouellet en el templo parroquial de la Inmaculada en Heredia, ha dado inicio este miércoles 29 de noviembre el Simposio Laudato Si que tiene por tema “el cuidado de la casa común, una conversión necesaria de la ecología humana”.
Durante la homilía que pronunció esta noche el porpurado y arzobispo de Québec, señaló que la invitación del papa en dicha encíclica, es para que “nuestra casa común sea protegida de la degradación generalizada del medio ambiente, este llamado solemne de la Iglesia Católica en favor de la causa ecológica no es una concesión a un tema dominante de la actualidad internacional, es una respuesta a nuestra vocación de hijos de Dios, que incluye la responsabilidad de respetar, promover y hacer fructificar la creación que Dios ha puesto a disposición de toda la humanidad”.
Con gran claridad y precisión denunció que “las condiciones de vida de nuestra tierra son cada vez más precarias para un número creciente de población vulnerable a causa de los efectos perversos de nuestros modelos de producción y consumo, que n la atmósfera y empobrecen la biodiversidad del planeta; nuestra conciencia de ciudadanos y nuestra responsabilidad se ven interpeladas por estos desafíos”, acotó.
Al referirse al ser humano, el cardenal recordó la libertad con que Dios creó al ser humano, y que le hace capaz de adherirse u obstaculizar el designio divino sobre la creación; por eso, señaló la necesidad de “pedir humildemente la gracia de una conversión ecológica a la altura de los desafíos de nuestro tiempo, gracia de conversión en primer lugar para nosotros mismos y para todos aquellos que tienen grandes responsabilidad con respecto a la degradación del medio ambiente”, enfatizó.
Es así como San Francisco de Asís “mira los elementos de la creación no como cosas que dominar o poseer sino como colaboradores, como hermanos y hermanas que hay que amar y proteger”; por esta razón, el cardenal agregará: “para rezar así hay que ser un hombre en el que mora el espíritu del Padre y del Hijo, ver todas las cosas con ojos de ternura y compasión, y estar dispuesto a sacrificarse para ayudar a los que más sufren y a los más desfavorecidos”.
Para lograrlo, puntualizó el prelado, será necesario “superar el reto del rechazo de los poderosos y la falta de interés de los demás, la negación del problema y el sentimiento de impotencia que impide comenzar hacer algo molesto pero útil para la causa común, que nuestra esperanza activa no se vea frenada pues, por un cálculo de probabilidades pesimista sino que se base en el don del Espíritu Santo que sostiene y alienta todo lo que contribuye al bien de la humanidad”.
Por eso, este Simposio inicia con la búsqueda por medio de la escucha de la Palabra de Dios y la oración, señalando que no es un mero rito protocolario o invocación necesaria, sino que se celebra en plenitud del significado, pues “celebramos juntos conscientes que este foco de amor y de vida, nos tiene que transformar, convertir y llevarnos al compromiso creciente en favor de la ecología humana de nuestra casa común”.