Homilía del XXX Aniversario de los Cenáculos

Homilía pronunciada por: Mons. Fray Gabriel Enrique Montero Umaña.

Ya que no lo dijimos al inicio, una palabra de bienvenida, de saludo, de gratitud a los medios de comunicación social que hoy nos acompañan.   Yo no sé, no reconozco exactamente todos y no puedo mencionarlos todos, pero sé que está presente el ECO Católico, está presente nuestra emisora católica Radio Sinaí, está presente la radio católica nacional Radio Fides y seguramente algunos otros, Telefides está presente también y agradecemos de corazón la presencia de ellos que permite que esta eucaristía llegue no solamente hasta nosotros sino también a todos, muchos otros en el país que hubieran querido participar hoy y que no han podido hacerlo.

Queridos hermanos y hermanas, nos llenamos todos de profunda alegría al celebrar hoy los 30 años de existencia de los Cenáculos Familiares del Rosario. No se trata simplemente de conmemorar un acontecimiento humano, por más importante que ese sea, sino de un verdadero acontecimiento religioso, donde claramente el Señor Dios ha querido manifestar su voluntad a favor de la familia cristiana, la cual necesitaba y necesita ser rescatada del descalabro que se viene encima y que se ha venido encima, como lo estamos constatando en nuestros días. Lo que estamos celebrando entonces es una bella gesta de salvación que sólo la mano del Altísimo podía suscitar y hacer perdurar a lo largo de estos treinta años. Mayor alegría es aún la nuestra al saber que las personas que un día fueron instrumento de Dios para el nacimiento y la propagación de los Cenáculos están todavía vivas y siguen siendo aliciente y sostén para cuanto hoy se sigue realizando.

Cómo no vivir esta sagrada eucaristía con un profundo sentido de gratitud a Dios por el don preciado de los Cenáculos y a personas como Monseñor Ignacio Trejos Picado, obispo emérito de San Isidro que, hoy no nos acompaña desafortunadamente pero sabemos que no está lejos de aquí, vive acá muy cerca, y quizá nos escucha, esperamos que él sienta que esta eucaristía está ofrecida de manera muy especial por él, que aunque quizá no haya sido el primero que ideó los Cenáculos, fue el obispo que inmediatamente los apoyó y que trabajó tenazmente por ellos. Una palabra de gratitud y en esta eucaristía, al padre Antonio Lottens misionero hoy día en Colombia, ya que los dos fueron los fundadores de esta obra apostólica. También gratitud muy profunda a la señora Nurín Ceciliano que como secretaria de Monseñor Ignacio Trejos y por su propia iniciativa, hasta hoy día, siguen siendo promotores decididos y valientes de los Cenáculos y desde luego a tantos otros y otras que se entregaron y se entregan con pasión evangélica a la tarea de hacer nacer y crecer este retoño del Espíritu.

Como bien sabemos los Cenáculos Familiares del Rosario se han extendido en casi todas las direcciones del suelo costarricense e incluso fuera de nuestras fronteras. Si bien es cierto su difusión no ha sido siempre aboquenia, ni suficientemente intensa, podemos decir que en cifras muy aproximativas hoy día unas cien mil personas logran recibir de una u otra forma los beneficios de los Cenáculos Familiares, se difunden entre doce mil y quince mil copias del folleto que en forma de subsidio se publica tres veces al año. Reconocemos por su parte que queda mucho por hacer para que esta obra de Dios logre calar en forma más incisiva y generalizada en nuestras familias, pero al mismo tiempo es necesario decir que los últimos treinta años han sido duros para la familia cristiana, debido a los embates de una propaganda antifamilia y de movimientos sociales y políticos claramente empeñados en acabar con dicha institución, queriendo sustituirla por modelos que se alejan completamente del ideal cristiano.

Puede bien ser considerado como un milagro y como obra de la Misericordia Divina que, los Cenáculos Familiares, hayan subsistido en medio de toda esta tormenta y que más bien tiendan a encaminarse hacia un futuro esperanzador.

¿Cuál es el secreto de la permanencia y vitalidad de los Cenáculos? Primero que todo haber tomado como patronos y protectores al mismo Señor de la Misericordia y a Nuestra Señora de Guadalupe. En segundo lugar hay que reconocer el papel fundamental que ha jugado en la celebración de los Cenáculos, la oración y en concreto el rezo del Santo Rosario. Ahí radica la fuerza que atrae y concentra la acción del Espíritu para la unidad de nuestras familias. Hay que decir también que el hecho de contar los Cenáculos con un instrumento de evangelización, como el subsidio o folleto publicado trianualmente, da consistencia y seguridad a la obra que mantiene así la exactitud doctrinal y la necesaria fidelidad jerárquica. Han sido puntos de salvación de los Cenáculos, su exactitud doctrinal, su ortodoxia, y también su fidelidad jerárquica, ya sea a los obispos, ya sea a los sacerdotes, ya sea a la parroquia; los Cenáculos han sido muy fieles, han sido eclesiales, han pertenecido y se han nutrido del seno mismo de la Santa Madre Iglesia.

Los Cenáculos han desarrollado con el paso de los años, no sólo su específica trayectoria histórica, sino también su propia espiritualidad y su propio dinamismo evangelizador. Ojalá que todos estemos conscientes y lo demuestra esta reunión que tenemos hoy aquí. Los Cenáculos tienen su propia identidad y es una identidad profundamente evangélica, es una identidad profundamente eclesial, es una identidad profundamente popular, tiene su arraigo en el corazón mismo de la fe de nuestra gente. El aspecto mariano, ese aspecto mariano de los Cenáculos, tiene un arraigo profundo en la fe del costarricense y en la fe de los cristianos particularmente de los católicos en el mundo entero.

La familia, el aspecto de la familia es lo más sagrado que tenemos en cuanto a instituciones humanas, es lo más inmediato, lo más conocido a la experiencia de todos nosotros que hemos nacido y crecido en una familia y los Cenáculos tienen que ver con el corazón mismo de la familia, con la esencia misma de la familia que es el amor, lógicamente tienen un arraigo en el corazón del pueblo, por eso los Cenáculos están bien radicados, están bien fundamentados, están bien orientados y por eso nos llenan de esperanza.

Las lecturas de la celebración litúrgica de hoy fijan su atención nada menos que en la Virgen María que, como ha sido dicho poco antes, es pilar fundamental de los Cenáculos Familiares, esa Virgen que en nuestra oración colecta de hoy, se celebra como imagen purísima de la Iglesia y como camino seguro de fidelidad a Cristo. El libro del Apocalipsis en la primera lectura, nos presenta a María como signo claro de la Nueva Jerusalén que descendía del cielo enviada por Dios arreglada como una novia que se adorna para su esposo, dice hoy el Apocalipsis. A la luz del citado texto y de la tradicional interpretación de la Iglesia, María es la morada de Dios entre los hombres, no por ella misma sino porque hizo posible que el Hijo de Dios pudiera tener su morada entre nosotros. En María Santísima se expresa de manera innegable el propósito divino de hacer nueva todas las cosas, como dice hoy también el libro del Apocalipsis, puesto que igualmente hizo grandes obras en ella, igualmente las hará en nuestras familias y en nuestra sociedad. El santo evangelio de hoy nos remite a ese momento sublime de la anunciación, cuando Dios el Señor quiso intervenir en la historia humana, pidiendo y obteniendo el consentimiento de la humanidad en la persona de María, el cual en efecto hizo posible que la criatura engendrada en su vientre diera comienzo a la nueva humanidad. Por aquél sí tan deseado y esperado, como glorioso y afortunado, la familia de la Santísima Trinidad hizo nacer sobre la tierra una nueva familia, la Sagrada Familia, que será para siempre modelo de toda familia cristiana.

El Espíritu Santo que se desposa con María y la hace capaz de engendrar y dar a luz al Salvador del mundo es la fuerza oculta y misteriosa que mantiene viva a la Iglesia y toda la obra que es verdaderamente venida de Dios. La obra apostólica de los Cenáculos Familiares del Rosario puede mirar con confianza al futuro, Costa Rica y el mundo sienten cada día mayor necesidad de fuerzas positivas dirigidas a la salvación y renovación de la familia. El ideal de la familia cristiana no se va a acabar, pues es querido y sostenido por Jesucristo mismo y por su madre augusta, protagonistas principales de aquel primer matrimonio un día realizado en Caná de Galilea.

Habrá que ponerse junto con toda la Iglesia en el espíritu del Papa Francisco, en actitud de salida, en un espíritu misionero y salir así a la conquista de terrenos aún vírgenes o bien, necesitados de ser reconquistados.

La nueva evangelización es una realidad eclesial cada día más necesaria en nuestros ambientes fuertemente golpeados por oleadas de paganismo. Nuestras familias necesitan un instrumento sencillo y eficaz que las haga volver alimentarse con la Palabra de la Verdad y el Pan de la Vida, allí está su fuerza; en el diálogo familiar y fraterno está la esperanza y el futuro de la humanidad. Claro habrá que entusiasmar de nuevo a la juventud. Ustedes saben que a la juventud de hoy día, creo que hay pocos aquí, pero a la juventud de hoy día habrá que empezar por entusiasmarla con el ideal cristiano del matrimonio, de la familia. Porque son muchos los jóvenes nuestros que ya no creen en la familia y menos en el ideal de la familia cristiana, igual que no creen en ella muchas instituciones nacionales e internacionales, igual que no creen en ella muchos gobiernos que hemos conocido y que han pasado en este país y en otros países del mundo. No se cree en el valor de la familia cristiana y hay que empezar por entusiasmar a nuestros jóvenes de este ideal de la familia cristiana. Hay que entusiasmar a la juventud pero también a los matrimonios jóvenes para que abracen este instrumento de salvación en medio de un mar inquieto y receloso. Los Cenáculos Familiares del Rosario son una verdadera respuesta.

Quisiera decir una palabra final, porque no acabaríamos nunca de mencionar nombres a quienes les debemos estos 30 años del Cenáculo, pero están presentes aquí con nosotros dos personas que han hecho mucho por los Cenáculos y hay que reconocerle su mérito y es Monseñor Hugo Barrantes, arzobispo emérito de San José, quien no solamente conoció los Cenáculos y los promovió estando todavía en la Diócesis de San Isidro, sino que los promovió con pasión en la Arquidiócesis de San José, de modo que le debemos en buena parte que los Cenáculos se hayan ido extendiendo y hayan ido tomando raíces en otras partes del país. Y está con nosotros, Monseñor Guillermo Loría, el obispo emérito inmediato de San Isidro, no solamente fue promotor ardiente, entusiasta de los Cenáculos, durante su tiempo como obispo de San Isidro, antes no lo sé, pero como obispo de San Isidro, sino que ahora como obispo emérito ha aceptado con gran alegría y con mucho amor, ha aceptado continuar en la coordinación de los Cenáculos a nivel familiar. Habrá que agradecerle mucho, pero mucho, a sacerdotes, como ya se dijo, algunos ya asesores de los Cenáculos en nuestras Diócesis; yo no tengo ahorita claro la información de ellos, pero sé que ellos están aquí presentes, habrá que agradecerles y quiero agradecerles también la manera entusiasta, sacrificada, como el Padre Óscar Navarro ha tomado la obra de los Cenáculos en nuestra Diócesis y a nivel nacional y la está llevando a cabo. Yo creo que es gracias a la actitud de estas personas que he mencionado, porque me estoy refiriendo a las personas presentes, ya hablamos al inicio ya de otras más antiguas, estas personas tienen gran mérito de colaborar con la gracia de Dios y llevar a cabo esta obra de los Cenáculos. Y es para mí un momento de hacer un me-aculpa, de decir por mi culpa, de confesar mi pecado, yo no he sido en mis tres años de obispo de San Isidro, yo no he sido el primero y mejor promotor de los Cenáculos. He sido admirador de los Cenáculos, he tratado con mi presencia y con algunas palabras mías de apoyarlo en lo que se pueda, pero debo reconocer que los primeros tres años de la Diócesis han sido llenos de tantos retos que yo no he hecho todo lo posible por propagar y promover los Cenáculos. Y quiero hacer delante de ustedes hoy, así como pido perdón, quiero también hacer un compromiso, ya que San Isidro es la cuna de los Cenáculos, y que puede en cierta forma enorgullecerse de haber sido este lugar donde nacieron los Cenáculos Familiares del Rosario, quiero hacer el compromiso de estar más a disposición y más entregado a esta obra de los Cenáculos. Yo soy entusiasta defensor de la familia cristiana y los Cenáculos están en el corazón mismo de la familia cristiana y pueden ser y van a ser su salvación. Si salvamos a la Familia, salvaremos este país y salvaremos el mundo.

Que la Virgen de los Ángeles nos acompañe y que sigamos nosotros que somos los herederos de los Cenáculos hoy, entusiastamente promoviendo esta obra que de seguro viene de las manos de Dios y cuenta con la protección segura de la Virgen Santísima. Así sea.

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