Homilía Ordenación Presbiteral del Diác. Michael Varela

Pronunciada por: Mons. Juan Miguel Castro Rojas, Obispo Diocesano de San Isidro

Muy estimados obispos, sacerdotes, diáconos, hermanos todos

Hoy nos congrega el Señor para la ordenación sacerdotal de Michael, te acompañan su querida familia, sacerdotes, amigos, todos nos sentimos muy felices por este paso que da en este día . Quisiera compartir un itinerario sacerdotal a partir de la Palabra proclamada y también les exhorto a ustedes sacerdotes hoy presentes, como a toda la comunidad que lo mediten y oremos todos por nuestro neopresbítero.

Cuando ingresaste al Seminario, llegaste como el joven profeta Jeremías: mucho entusiasmo, joven, sin experiencia, pero con la voluntad de encontrar tu vocación a la santidad; y el Señor, durante toda tu formación, te guio con su palabra a través de los padres formadores; en la celebración de la fe; en los retiros espirituales; en la convivencia con los compañeros y en el trabajo pastoral, entre otras experiencias a lo largo de este itinerario.

Hoy vienes a este templo libre y voluntariamente a recibir de parte de la Iglesia el ministerio sacerdotal como el culmen y el inicio de tu vocación a la santidad por manos de este servidor del Señor y la acción del Espíritu Santo, que te guiará siempre en tu misión apostólica.

A partir de la Palabra proclamada, tu itinerario comienza, según el profeta Jeremías, cuando el Señor te formó y te llamó desde el vientre materno. Creciste en santidad y justicia, entre gracia y pecado hasta tomar la decisión de decirle al Señor: soy joven, me falta mucho, Señor. No se hablar y tengo miedo. Pero el Señor te respondió: no te preocupes, yo te envío y dirás lo que te ordeno. Yo estaré contigo y pondré mi palabra en tu boca para que anuncies lo que te mando.

El llamado del Señor siempre trae la certeza de que El acompaña a quien elige y le concede, no solo la gracia sacerdotal, sino también todas las gracias necesarias para que seas ese atalaya que anuncia, guía y protege a su pueblo. Hoy, Michael, te ponemos en manos del Señor y confiamos en que El lleve a feliz término la obra que hace en ti.

Por eso, hemos proclamado junto al Salmista: eres sacerdote para siempre y el Señor estará  contigo. Ser sacerdote es una misión de servicio, alabanza e intercesión por el pueblo santo de Dios y por las personas de buena voluntad, es decir, en el nombre de toda la humanidad. Un ministerio santo recibido en una vasija de barro pero que se fortalece con la cercanía del Dios de la Vida y de su Hijo, Jesucristo, el Sumo y Eterno Sacerdote. Modelo de vida para todos los creyentes cristianos, más aún, para los ministros del altar, de la palabra y del servicio.

Michael, si alguien tiene autoridad para ser guía en el itinerario hacia la santidad, es el apóstol Pablo.  Por eso, el texto proclamado en esta oportunidad de tu ordenación sacerdotal de la carta a los Efesios, debe ser de meditación diaria ; porque tiene los aspectos fundamentales de un itinerario ministerial para evangelizar a tiempo y destiempo, entre la persecución y la concordia, entre la soledad y el acompañamiento, entre el dolor, el sufrimiento y, la alegría y el júbilo.

Quiero recalcar algunos pensamientos de este itinerario paulino. Primero, comportarse de una manera digna de la vocación que has recibido: con humildad, mansedumbre y paciencia. Sí, hoy nuestro pueblo, sediento de Dios, necesita de pastores santos que los escuchen con paciencia, los guíe con humildad y les dé testimonio de vida cristiana con mansedumbre, es decir, haciendo la voluntad de Dios, a imagen de Santa Teresa de Calcuta.

Segundo, mantener la unidad de la comunidad mediante el vínculo de la paz. El pastor reúne a sus ovejas, no las dispersa y las deja a merced del lobo hambriento. Seas un pastor de paz, de unidad, tanto en tu vida personal como en el pastoreo de los grupos de apostolado, sectores parroquiales, filiales y aquellos que están lejos y forman parte del rebaño. Que tus fieles vean en ti a un sacerdote que crece en santidad en medio de su pecado y limitaciones, a imagen de San Juan Pablo II.

Tercero , edificar el Cuerpo de Cristo hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto. Por eso, te consagras en alma, vida, corazón y cuerpo. He aquí uno de los fundamentos para vivir el celibato sacerdotal, no como una limitación humana sino como una entrega total al servicio del Cuerpo de Cristo. Solo quienes hemos recibido esta vocación, lo entendemos y lo manifestamos con alegría ante los demás.

Este itinerario solo lo llevarás a cabo de la mano de Jesucristo, quien te ama, te ha consagrado y llamado amigo. Si alguien es capaz de afirmarlo es el apóstol Juan, quien estuvo de la mano del Señor y de su madre Santísima.

En el texto evangélico proclamado hoy. Jesús eligió a sus apóstoles para proclamar la Buena Noticia y lo primero que les indica es que no son servidores, sino amigos. El amigo de Jesús tiene algunas condiciones: disponibilidad para el seguimiento según su estado de vida. Una vida sacerdotal es una consagración total a los intereses de Jesús y esto se traduce en servicio, oración, contemplación, escucha, ser embajador de la reconciliación, entre otras tareas.

Michael el amigo de Jesús, también, tiene algunas tareas: Primero, permanecer en el amor de Jesús. ¿Cómo? Pues muy sencillo: contemplativo ante el Santísimo Sacramento del Altar. Sabes muy bien que serás el ministro del altar y con tus manos bendecirás y consagrarás y, el mismo Señor que se hace pan y vino te escogió para ser quien lo haga presente para repartirlo y contemplarlo. Ten en tu itinerario diario un tiempo para contemplarlo. Y te exhorto a la oración de la Liturgia de las Horas, el santo rosario y el silencio para permanecer en El.

Segundo, cumplir los mandamientos, especialmente el mandamiento del amor. Todo cristiano tiene el imperativo bautismal de amar como profeta, sacerdote y rey. Y para el ministro del Señor, este imperativo es doble. Tarea difícil, pero, con la gracia de Dios, la oración de la comunidad y la comunión con los hermanos sacerdotes, se puede vivir. El amor verdadero implica también sufrimiento. Sufrirás cuando vivas la soledad, la incomprensión de tus fieles, los fracasos pastorales, las desilusiones y tantas situaciones que hará que tu espíritu sea fortalecido en el nombre del Señor. Toda vocación cristiana implica sufrimiento pero también muchas alegrías. Así que no tengas miedo el Señor siempre estará contigo para animarte .

Tercero, ser amigo de Jesús como El nos ama. Hemos escuchado un texto de este hermoso discurso de Jesús durante la última cena. De él quiero resaltar este pensamiento: ser amigo de Jesús es hacer lo que El nos manda. ¿Qué significa para un ministro del altar “hacer lo que El nos manda? En pocas palabras: ser una persona creyente coherente entre lo que se cree, se celebra y se vive. ¿Crees en la Eucaristía? ¿Celebras con devoción? ¿Vives en comunión y servicio? Si así lo haces, cumples con lo que manda el Señor .

Hermanos muy amados, la ordenación sacerdotal de Michael se celebra en el contexto de los 70 años de la fundación de la diócesis. Un año santo para nosotros. Un año para meditar sobre el quehacer de nuestra Iglesia Particular, una Iglesia en salida y sinodal; una Iglesia en diaconía, es decir, en servicio, sacrificio y comunión; una Iglesia para enseñar, celebrar y vivir la fe y, una Iglesia para dignificar a la persona, creada a imagen y semejanza de Dios.

Agradezco la presencia de todos ustedes, hermanos en esta celebración y les pido, de todo corazón orar por nosotros, los sacerdotes y en especial por nuestro neopresbítero Michael para que viva con alegría y santidad este Ministerio al que Dios lo ha llamado y que La Virgen María sea modelo en el seguimiento a Jesús. Que así sea.

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