Radio Sinaí 103.9 FM realiza una campaña para colaborar con los hermanos africanos que se encuentran en la Zona de Paso Canoas. Este lunes 02 de mayo, luego de una semana de campaña y con la colaboración particular de la Parroquia de Pejibaye, se realizó la primera entrega.
Acompañados de la oscura madrugada, las ilusiones al vivir un acto de misericordia y la siempre alentadora presencia de Dios, iniciamos al ser las 4:15 am una travesía de más de 200 Km hacia el campo africano, con un previo paso por el atajo de Pejibaye a Punta Mala entre terreno resbaloso y los desafíos propios de dichas circunstancias.
Con el calor propio de la zona, nos dirigimos con el Pbro. Fray Alberto Barrios, primero a la bodega de acopio en la Iglesia Católica de Paso Canoas, donde fuimos testigos de la generosidad del pueblo santo de Dios que se ha manifestado con sus ofrendas.
De ahí, al campo ferial, a encontrarnos precisamente con los hermanos y hermanas del continente africano… Impacta llegar a ese terreno, más de quinientas almas cuyas miradas hablan por sí solas; aquel sitio, lo hace a uno centrar su mirada en tantos detalles que de pronto uno mismo se siente abrumado, la maleza al borde del lindero contrasta con la poca ropa tendida que ha sido lavada por ellos mismos pocos minutos antes, unos cuantos oficiales de la Fuerza Pública, una ambulancia de la Cruz Roja cerca de la entrada al lugar y un mar de gente que hace fila hacia unas improvisadas carpas donde están levantando listas para ser atendidos por personeros de migración…, de pronto estamos en otro mundo: ellos hablan pero no les entiendo, están hablando en sus lenguas nativas… algunos parecen molestos, otros respiran más tranquilos.
Con la ayuda del Pbro. Fray Alberto, podemos hablar con una migrante dirigente de Centro África que se hace acompañar por otros del grupo africano, en un español bastante claro nos dice: “agradecemos su ayuda, pero lo que pedimos es que nos dejen seguir nuestro camino, nuestro deseo no es hacer daño en este país ni en ninguno, venimos de nuestros países que viven una guerra continuada, somos pobres y hay una familia que está esperando de nosotros porque dependen de nosotros”.
Sus ojos hablan por sí mismos, el Pbro. Fray Alberto nos cuenta cómo ellos tienen historias que marcan la vida de cualquiera, han pasado momentos ingratos, muchos han visto morir a sus amigos y familiares en el trayecto de África a nuestras tierras continentales, otros han sido víctima de la violación, otros han sido testigos del abuso a sus seres amados frente a sus propios ojos, otros han caído en el camino sin fuerzas víctimas del hampa, otros…, cada uno tiene una historia cruel que contar… y muchos ya no pueden contarla, sólo la llevan en su corazón como lanza que les hiere constantemente.
De pronto mi mirada “descansa” en unas carpas improvisadas, las lonas en muchos casos no distan del piso un metro…, ahí hay algunos acostados, la temperatura aumenta, el sol está en el firmamento y el bochorno fruto de los 38°C hace que imagine lo peor; de pronto, un personero de migración solicita al Pbro. Fray Alberto la posibilidad de hidratar con bolsitas de agua que estén en bodega a la población africana, pero la gente de Cruz Roja corre, una mujer no ha soportado y cae sobre las piedras…
Vuelve mi mirada al suelo, y constato que “descansan” (si a eso se le puede llamar descansar) sobre una colcha, en muy pocos casos una débil espuma, algunos con una especie de tarima (como las que se usan para acomodar sacos en las ferreterías y bodegas) y en muchos casos sobre las mismas piedras… Mientras mis ojos contemplan aquello, Kaddi (dirigente migrante) saca fuerzas de sus sufrimientos y con una sonrisa me señala una sábana sobre las piedras y me dice: “esta es mi cama”.
El terreno no es el indicado, ahorita el sol les está “calcinando” con paciencia irrenunciable…, mientras continúo avanzando hacia el sector de los baños, una religiosa de Cristo Rey que les colabora y a quien respetan mucho, me dice: “Padre, cuando llueve todo este terreno se inunda, el agua brota y las condiciones se empeoran”; a estas palabras, un africano que camina a mi derecha atina con un movimiento de cabeza afirmativo mientras me dice: “mi esposa está embarazada”… Una imagen más desgarradora, para nuestra visita.
Nos regresamos, preocupados por la situación que constatamos; una población fluctuante, ahí expuestos a seguir siendo víctima de la trata de personas, de los “coyotes” que negocian con la vida de las personas, de un mundo que como ellos decían “Dios dejó la tierra para todos, nunca dijo esto es sólo para este o para aquél” pero que nuestras políticas sociales nos hacen muchas veces extranjeros e ilegales…; un drama que no terminará pronto, porque se habla de mucha población que actualmente está haciendo la travesía y un reto en este Año de la Misericordia que nos pide una respuesta como verdaderamente cristianos.
Salgo convencido que todos los católicos deberíamos tener una experiencia de servicio con ellos para tocar el dolor y recordar lo que un día escuché de Mons. Vittorino: “tocar al hombre es tocar a Dios”, que estos hermanos nos hagan realmente tener un encuentro con Dios que nos cambie y nos haga verdaderamente humanos.