Golfito tiene nuevo párroco invitado a esparcir la semilla

La tarde de este viernes 27 de enero marca el inicio del ministerio pastoral del Padre Héctor Artola Quiñonez como párroco de la Parroquia San José en Golfito, quien fue acogido en este templo parroquial no sólo por feligreses de dicha comunidad, sino también por medio del Padre Luis Fernando Diaz Betancur ST, Vicario Foráneo, que acompañó e introdujo en los ritos característicos de esta celebración de toma de posesión.

Durante la homilía, el Padre Diaz a la luz de Palabra proclamada, precisó que “la única acción que depende de ti y de mí, lo único, por así decirlo, que depende de nosotros es esparcir la semilla. El agricultor solo hace este trabajo, porque el resto le toca a Dios. Y aquí está el secreto: nuestra dependencia de Dios y la confianza que debemos tener en Él, y eso vale para todo. Nuestro gran problema muchas veces es querer controlarlo todo”.

Y agregó, “hay un tiempo de Dios para cada uno, depende de nosotros sembrar la semilla. Y a estas cosas que suceden en este misterio las llamamos: gobierno de Dios. Es Dios quien toma la iniciativa, Dios quien se ocupa de todo; nuestra misión, nuestra parte es como dije: sembrar la semilla, abrir el corazón, dejar que esa semilla germine dentro de nosotros, porque otras cosas pasan al ritmo de la vida […] ¡Dios tiene su tiempo para encontrarse con nosotros!”.

Por eso, “Padre Artola, no olvidemos que la misión como párroco es cuidar de la vida que acaba de nacer, de la señora allí sentada que está enferma, de la vida de los matrimonios, de la catequesis, de la vida religiosa aquí presente. Misión que incluye, también animar esta parroquia, este pueblo de Dios, en la fe y en la caridad, que por el ministerio que has recibido, haga de la Eucaristía vida y alimento del pueblo de Dios en esta parroquia”, señaló el Padre Luis Fernando.

“No tengamos prisa, porque muchas veces nuestra prisa por querer la conversión de alguien puede estropear todo el proceso, puede arruinarlo todo. Porque no podemos controlar la acción de Dios en la vida de otras personas. Es Dios quien actúa, no amputemos el proceso ni al principio ni a la mitad, sino que los granos llenen la mazorca. Que Dios guíe todo el proceso; somos sólo, a veces, colaboradores. No estorbemos, ayudemos, y que la gracia de Dios crezca en nuestra vida y en la vida de las personas”, concluyó en su homilía el sacerdote.

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