Homilía Décimo Cuarto Domingo del Ordinario

Homilía pronunciada por: Mons. Fray Gabriel Enrique Montero Umaña.

Hermanos y hermanas, tenemos delante de nosotros unas lecturas que además de muy hermosas,  como siempre la Palabra de Dios es maravillosa, la Palabra de Dios es oportuna, la Palabra de Dios es eficaz, es significativa y como siempre hoy tenemos unas lecturas extraordinarias que además se aplican, creo yo, bastante bien a esto que estamos celebrando este Día Latinoamericano del Movimiento Familiar Cristiano.

No me voy a detener en cada lectura sino tal vez hacer mención rápida de las otras dos lecturas y detenerme más bien en el Evangelio y ver qué tiene que decirnos a nosotros hoy, qué tiene que decir al Movimiento Familiar Cristiano, esta Palabra de Dios para nosotros que se nos ha dirigido hoy.

En primer lugar como les dije al inicio se ve que el tema va por el asunto de la paz, eso parece claro que ahí hay algo que tiene que ver con la paz en las lecturas de hoy. En la primera lectura del profeta Isaías aquel bellísimo texto donde el Señor promete para Jerusalén una abundancia de paz. Jerusalén es aquella ciudad donde se puede llegar a deleitarse de la abundancia de sus senos, aquel lugar donde correrá la paz como un río, como un torrente en crecida correrá la paz por aquella Jerusalén. Y ustedes y nosotros que vivimos en San Isidro y en otras partes del país bien nos damos cuenta lo que son los ríos que se crecen y se salen y lo que son las crecidas que arrastran todo, etcétera. “Haré correr como un río la paz”, es decir, el Señor quiere darnos la paz en abundancia para que lo llene todo,  para que lo penetre todo, para que todos podamos beber de ese fruto maravilloso que Él nos da y que solamente Él puede dar, que es la paz.

En el evangelio el Señor se dirige a los setenta y dos discípulos, podríamos decir que somos nosotros, es decir no son los doce, no son los doce apóstoles, no. Ahora está hablando a los setenta y dos discípulos dentro de los cuales estamos todos nosotros los seguidores de Cristo. Y les está hablando de ir a anunciar la paz, de ir a llevar la paz a las familias, tanto así que tendrán el poder de dar la paz a aquella familia que lo reciba, pero también de negar la paz a aquella familia que se niegue a recibir la paz. El Señor está diciendo muy claramente en el evangelio cómo hay que hacerlo y a eso me referiré dentro de un segundo. Ese cómo hay que ponerle mucha atención, cómo es que se va a llevar la paz, a anunciarla y a darla a otros.

Y la segunda lectura viene de parte de San Pablo a los Gálatas, en esa carta a los Gálatas, ni más ni menos que el gran secreto de la paz en el corazón nuestro y en el seno de nuestras familias y en nuestra sociedad. Y no es ni más ni menos que el gran secreto y el gran misterio de la Cruz de Cristo. Una vez más se nos anuncia el gran secreto de la paz para toda la humanidad, la Cruz de Jesucristo, esa Cruz de Jesucristo que tantas veces no queremos aceptar.

Esas son las tres lecturas, como ven todas ellas, dije la segunda y no mencioné lo de la paz. Pablo dice después de numerar una serie de condiciones, Pablo dice, “y a todos los que sigan esta norma que la paz y la misericordia del Señor descienda sobre ellos y permanezca con ellos, a todos aquellos que sigan esta norma que él mismo nos ha enseñado”, Pablo en este caso.

Hermanos quisiera hacer una reflexioncita sobre el asunto de la paz. Esa palabrita basta mencionarla para que todos nosotros algo sintamos en el corazón. Esa palabra toca en nosotros ciertas fibras para indicarnos que efectivamente todos estamos hechos para la paz, todos somos o debiéramos ser hijos de la paz; sin embargo es evidente que no lo somos, que muchos de nosotros no lo somos. Pero esa palabra “paz” además de ser el fruto de la Resurrección de Jesucristo que la anunció precisamente esa misma tarde  de la resurrección la paz sea con ustedes, esa misma paz está siendo pisoteada en muchos ambientes, está siendo rechazada por muchas personas, familias, grupos, sociedades, etcétera. Nosotros sabemos cuánto está sufriendo el matrimonio cristiano, dicen que también un poquito el Movimiento Familiar Cristiano, que posiblemente no estará viviendo sus mejores momentos, pues sí… pero está sufriendo el matrimonio como tal, el matrimonio como tal hoy día tiene cualquier cantidad de enemigos que le están haciendo la guerra y podríamos resumir toda la crisis del matrimonio actual o de la familia actual en una falta de paz; falta la paz dentro de nuestro corazón y en las relaciones humanas y en el matrimonio y a veces en el seno de la misma Iglesia, a veces en el seno de nuestros mismos grupos apostólicos, en la sociedad en general costarricense y podríamos decir en la sociedad del mundo entero, falta la paz, algo anda mal, que la violencia está creciendo hasta límites insospechados, la violencia intrafamiliar.

Una de las principales causas de la crisis matrimonial de hoy es la violencia intrafamiliar y las estadísticas nos revelan cada día cómo está creciendo de forma desmesurada esta violencia intrafamiliar. De dónde viene la violencia intrafamiliar si no es de una violencia que llevamos dentro del corazón, es decir de una falta de paz que hay dentro de nosotros mismos, es por eso que se envenenan nuestras relaciones humanas, es por eso que se envenenan nuestros mejores proyectos de vida como es el matrimonio, como a veces son las comunidades religiosas o los grupos apostólicos; las mejores intenciones y las mejores voluntades se ven muchas veces frustradas porque nos falta la paz en el corazón. Si falta esa paz en el corazón evidentemente no la podemos dar a otros.

Hermanos y hermanas lo que sí quiero llamar es un poquito la atención en lo siguiente, nosotros los cristianos y los católicos llevamos demasiados años culpando a agentes externos de la crisis familiar. Nosotros llevamos muchos años culpando de la crisis familiar a los medios de comunicación social; culpando a los gobiernos y sus políticas antinatalistas, eso es cierto; culpando ciertos movimientos y a ciertas ideologías que combaten el matrimonio y que quieren acabar con él; culpando a mil causas externas como quien dice la culpa de la crisis matrimonial son otros, otros de fuera, enemigos de Dios y enemigos de la fe y enemigos del cristianismo, enemigos de la Iglesia y enemigos del matrimonio, no dejamos de tener cierta razón, tenemos muchos pero muchos enemigos que vienen desde fuera, sí. Pero hay muchos enemigos del matrimonio dentro de nosotros mismos, porque hemos fallado también nosotros, no echemos la culpa solamente a los demás. Nosotros cuánto nos hemos quejado de la Reforma Protestante o del Protestantismo o de otras iglesias protestantes, etcétera. ¡Cuánto nos quejamos!  Por qué surgió el protestantismo sino por debilidades dentro de la misma Iglesia Católica, una protesta contra ciertas debilidades dentro de la Iglesia de aquel siglo XVI y después tenemos muchas cosas que agradecerles por más que nos quejemos de ellos, tenemos muchas cosas que agradecerles, porque mucho es lo que nos han enseñado. Quiere decir que la Iglesia no puede seguir culpando al protestantismo de quién sabe qué males; cuánto nos hemos quejado del comunismo, comunistas y los comunistas y los comunistas como los causantes de quién sabe cuántos males. Por qué surgió el comunismo, sino por la vergüenza que dentro del mundo cristiano, en particular de Europa, se estaban viviendo injusticias sociales clarísimas y los cristianos estaban cometiendo graves pecados sociales  y después podemos quejarnos lo que queramos del comunismo por más que estemos en desacuerdo con sus principios o con lo que sea.

Los enemigos vienen muchas veces de dentro, dentro del matrimonio así llamado cristiano, nosotros hemos fallado, hemos fallado en presentar un modelo de vida cristiana realmente convincente; un modelo de vida cristiana que sea capaz de arrastrar a todas las familias de Costa Rica, por así decir.  Desde ahora estamos perdiendo la batalla… En fin los otros modelos de matrimonio que están surgiendo, etc, etc, etc. Pero no podemos dejar de reconocer que nosotros los cristianos no hemos presentado un modelo de matrimonio cristiano que sea suficientemente convincente. ¿Cuál es la razón que dan muchos jóvenes hoy día para no casarse? Más que razón es excusa, es miedo y es falta de coraje eso es todo, verdad y falta de capacidad de comprometerse por toda la vida. ¿Pero cuál es la excusa que ellos dan para no casarse? El desastre de matrimonios que han visto a su alrededor, los matrimonios que ellos han visto, desafortunadamente los malos, o sea, digamos que los menos buenos, esos son los que toman como modelo y como excusa para no casarse por la Iglesia.

Hermanos hemos fallado en presentar una teología decente sobre el matrimonio  y una teología convincente con la riqueza que tenemos en la Biblia, con la riqueza de los documentos de la Iglesia pero hemos fallado en presentar la doctrina del matrimonio cristiano como algo tan extraordinario que sea capaz de convencer al mundo entero, hemos fallado y seguimos fallando. Hemos fallado también porque muchos de nuestros matrimonios cristianos, perdón matrimonios por la Iglesia, de cristianos muchos de ellos tienen muy poco, pero matrimonios hechos por la Iglesia no han sido suficientemente preparados y seguimos casando a gente que no está preparada para asumir un compromiso como es el matrimonio cristiano, eso también es culpa nuestra, eso también es culpa de la Iglesia seguir casando prácticamente a todo mundo, montón de gente que no practica nada y gente que de su fe no sabe nada y que hace un cursito de no sé cuántas semanas o de cuántos días y seguimos casándolas por la Iglesia, ¡culpa también nuestra!… no le echemos la culpa siempre  a otros de fuera.

Culpa también porque hay muchos de estos matrimonios, claramente que se han casado por la Iglesia, pero no tienen ni idea de lo que es el matrimonio cristiano. Empiezan a vivir como paganos, matrimonios que viven según los criterios del mundo. Hoy decía Pablo en la segunda lectura “yo estoy crucificado para el mundo y el mundo está crucificado para mí y yo llevo en mí las marcas de la Cruz de Cristo, llevo en mí las marcas de la Pasión de Cristo”, eso es la espiritualidad de la Cruz, que hemos olvidado mucho nosotros los cristianos. Hermanos también yo creo que hemos fallado porque, quizás sobre todo por esto, porque hay muy, pero muy bellos ejemplos de matrimonios buenos y santos que no hemos sabido presentarlos como verdaderos modelos a seguir. Yo estoy casi seguro que si hiciéramos eso habría muchos más jóvenes deseando casarse.

Yo me encuentro matrimonios maravillosos a cada paso por cada parroquia donde voy pasando, me encuentro ejemplos maravillosos de matrimonios, matrimonios felices, matrimonios realizados, matrimonios maduros, matrimonios cierto que llevan en sí las marcas de la Cruz de Cristo, sí. Pero con la alegría, con gozo, con convicción y con amor, llevan ciertamente las marcas de la Cruz de Cristo, porque no hay verdadero matrimonio cristiano que no lleve en sí las marcas de la Cruz de Cristo. Aquél que quiera seguir otros modelos que no es el que Pablo nos presentó hoy en la segunda lectura está totalmente equivocado, eso no es el matrimonio cristiano.

Hermanos acabo de visitar a un señor, un viejecito, en una de las parroquias, que ya tiene 97 años y está en una cama y hace cinco semanas se le murió la esposa y tenían 77 años de casados y ese hombre desde su cama, ya bastante enfermo, estaba totalmente lúcido y cuando le mencioné la muerte de su esposa estaba perfectamente iluminada su cara y cuando le mencioné que él también tenía que prepararse para la hermana muerte, porque a todos nos ha de llegar, tal vez a mí antes que él, pero cuando le mencioné la hermana muerte su cara era toda una sonrisa, me imagino pensando que dentro de poco ya estará con su esposa; 77 años de casados, eso no lo publica La Nación, eso no lo publican los periódicos de este país y esos son los ejemplos maravillosos, extraordinarios, y no porque esos matrimonios no hayan tenido problemas, han sabido también lo que son los problemas y el sufrimiento, pero sin eso no se forja un verdadero matrimonio. Yo lo digo en una forma un poquito bromeando pero en serio, verdad… también el matrimonio necesita mártires, verdad alguien me decía ahora por ahí  que era mártir, no. También el matrimonio necesita mártires, también el matrimonio necesita gente dispuesta a tomar la cruz y a llevar la cruz con amor y alegría,  porque lo está haciendo por amor al otro o amor a la otra.

Hermanos y hermanas, qué hacemos, qué vamos a hacer, tal vez esa revista que están sacando ustedes, tal vez otras revistas, tal vez otros programas… Tenemos que presentar la belleza del matrimonio, tenemos que presentar la alegría del matrimonio o la alegría del amor como la llama el Papa en este documento postsinodal, la alegría del amor cristiano para que todos vean no solamente aquí en la mente sino que vean por el testimonio de vida de tantos matrimonios, vean que verdaderamente vale la pena casarse. No esperen mucho de nosotros los curas, porque nosotros somos célibes y para nosotros el matrimonio no es la prioridad desafortunamente, porque somos gente célibe que no somos casados y muchas veces no hemos sabido elaborar una buena teología del matrimonio. Tienen que hacerlo ustedes, tienen que dar a la Iglesia lo mejor de ustedes mismos. El Movimiento Familiar Cristiano tiene todavía mucho, pero mucho que ofrecer a este país y al mundo entero, no puede así no más fallecer, por decir así, el matrimonio familiar cristiano tiene que ser parte de ese gran ejército que se ha propuesto en Costa Rica salvar a la familia, eso es lo que todos deseamos y eso es lo que todos pedimos.

Que la paz y la misericordia del Señor Jesucristo esté con todos ustedes y con todos aquellos que, como dice Pablo en la segunda lectura, sigan este modelo de la espiritualidad de la Cruz de Cristo. Así sea.

 

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