La cruz es indispensable para el cristiano

A mediodía Mons. Montero fue recibido en San Antonio de La Amistad por algunos miembros de la Comisión de Cenáculos y familias que comparten esta experiencia de oración; ahí con cantos y aplausos las ovejas acogieron a su pastor. Ahí compartieron con el obispo un poco la realidad de este apostolado; monseñor indicó que él como pastor desea conocer la realidad diocesana, razón por la cual aprovechó esta experiencia. Los presentes recordaron muchas anécdotas que poco a poco fueron contando, comentaron cómo se empezó la construcción del primer templo y los esfuerzos realizados por la Junta Edificadora de aquel entonces, indicó que los medios de transportes modernos no se conocían, razón por la cual incluso el ingreso del primer vehículo provocó el asombro de los pobladores; luego, otros de los presentes comentaron también los grandes esfuerzos que se hacían para poder trabajar y comerciar lo necesario.

Recordaron que el primer sacerdote que celebró en la comunidad, se fue a topar en Mollejones, en esa ocasión el Padre Jiménez vivió el percance de caer en un lodazal como parte de las grandes hazañas de aquellos tiempos; recordaron también a otros sacerdotes que les atendieron pastoralmente como el Padre Flores, Padre Madrigal y Padre Coto entre otros. Ahí mencionaron el servicio que desarrolló Radio Sinaí con el Padre Coto, ofreciendo las catequesis a los pobladores de este pueblo y otros tantos. Mons. Montero recordó “que recordar todo esto, es hermoso para agradecer a Dios por todo el progreso que se ha logrado”, indicó “que esto nos lleve a amar a la patria y a la Iglesia”.

En cuanto a los Cenáculos, Marlen Hidalgo (miembro de la comisión parroquial) expuso al obispo que hay unos 53 cenáculos en la comunidad y más de 180 experiencias en la parroquia, señaló que muchas de estas familias son perseverantes en la oración y la experiencia, a nivel parroquial se siguen fundando y esto produce alegría. Se le indica a monseñor que para finales de la década de los 80 se hicieron las primeras fundaciones de cenáculos en la parroquia. Ante la pregunta del obispo sobre los frutos del Cenáculo, los creyentes indican que al inicio, con la experiencia de cenáculos comunitarios, dieron la posibilidad a que unas personas empezaran a servir y que incluso hoy siguen entregando sus dones como agentes a nivel comunitario, otros indican que los cenáculos ayudan a nivel familiar y al compromiso eclesial en diversos carismas como catequesis y otros.

Algunas familias señalan que aunque en la edad de la adolescencia es un poco difícil la participación de los hijos, se debe realizar sin desfallecer, elevando oraciones a Dios para que Él realice la obra, porque la familia debe ser cada día más evangelizada, porque es la realidad más combatida. Ante esto, monseñor recuerda “que el cenáculo debe ir contra la corriente de la sociedad que dice que la familia no ore, porque los cenáculos se convierten en una magnífica forma de salvar a la familia e integrar a la familia”.

Ahí, una feligrés dio testimonio de cómo en algún momento abandonó la oración debido al poco apoyo de los suyos, pero indica cómo un día pensó “si yo no oro quién pedirá por la familia”, así continuó con su oración y recordó que “la oración de la madre siempre llegará al Padre Dios” y hoy da testimonio de cómo su hijo vive la experiencia y la comparte con su propia familia; ante esto dijo: “no se puede desmayar en esta experiencia de oración, porque algo queda de la oración familiar en el corazón de los hijos”. A lo que monseñor indicó “es necesario continuar dando testimonio, y decir que hay familias creyentes”.

Finalmente, se compartió con monseñor la experiencia de misiones que este apostolado ha realizado en algunas filiales de la parroquia, ahí se le comentó que el deseo es dar a conocer la espiritualidad e invitar a las familias para que se unan a la oración y puedan participar de las celebraciones parroquiales, con prioridad en la vida eucarística. Ante esto, monseñor recordó que “esta experiencia es la que pide el papa Francisco de salir a los pueblos, para dar a conocer el mensaje de Dios a todos”.

Por la tarde, Mons. Montero visitó la comunidad de China Kichá en donde fue recibido con una manta que le auguraba ser bienvenido al pueblo, ahí dedicó tiempo para ofrecer el sacramento de la Reconciliación antes de celebrar la Eucaristía. Durante la homilía dijo “la cruz implica dolor y sacrifico, pero es también pasó a la resurrección; nosotros exaltamos la cruz porque adoramos al que murió en ella…, por eso no es una celebración por la cruz en sí misma, sino que ésta está en función de Cristo, porque él muriendo ahí nos dio vida a nosotros”.

Monseñor, hizo un llamado a los presentes “nosotros los cristianos sabemos que para llegar a Jesucristo y obtener la salvación, hay que pasar por la cruz. Y ahí está el reto, indicando que el mismo Pedro estaba muy feliz pero le costó asumir la cruz, hoy nosotros también quisiéramos evitar la cruz a toda costa, pero el Señor nos pide que si queremos ser discípulos tenemos que pasar por la cruz, y esto quiere decir que todos debemos pasar por sufrimientos y las dificultades de la vida…, es necesario unirnos a aquel que supo cargar por nosotros la cruz y entonces en esa medida podemos ofrecerlo por el perdón de mis pecados y los del mundo entero”, indicó.

Ante el reto que implica la cruz en nuestra vida, recordó como para el mismo Jesús fue un momento difícil, “Jesús, cerca de la muerte fue al monte de los Olivos y ahí se puso a orar y pidió al Padre si fuera posible apartara aquel cáliz, también como humano sintió miedo a la cruz, pero pidió al Padre que se hiciera su voluntad, sin descartar su petición pidió fuerza para cumplir la voluntad de Dios Padre. El camino del cristiano es entonces el de la cruz, indispensable condición para ser cristiano”, precisó.

Posteriormente, tuvo un encuentro con los feligreses en donde le comentaron, que el nombre de esta comunidad proviene del dialecto cabecar, que significa raíz de naranja; afirmaron que hace 40 años esta comunidad estaba conformada totalmente por población indígena, en la actualidad son pocos pero aún se mantiene su presencia, señalan que la convivencia ha sido muy buena y pacífica, lo cual se mira como muy positivo. También hacen ver a monseñor que el servicio público de transporte es muy bueno, pero el gran problema es la escasez de trabajo, si bien es cierto se cultiva café y otros, mucha población vive del jornal. A nivel pastoral, indican la poca respuesta de la población en las celebraciones y en la adoración eucarística, ante esto Mons. Montero recordó que “el católico está obligado gravemente a celebrar la Eucaristía dominical y donde no se pueda asistir, se debe participar en la liturgia de la Palabra”. También señaló que “la adoración eucarística es consecuencia de la Eucaristía, siendo sumamente importante porque es estar de rodillas ante Jesús, y ahí en oración pedirle por uno y por la comunidad; de tal modo que al menos los jueves de 6 de la mañana a 6 de la tarde se esté en adoración, y para ello se debe tener amor a la Eucaristía”, puntualizó.

En esta ocasión, también el delegado de Moctezuma, dirigió unas palabras al obispo en donde describió a su comunidad e invitó al obispo para que pronto pueda visitarles; por su parte el delegado de San Antonio Abajo también expresó sus preocupaciones sobre su comunidad, debido a la poca participación en los actos litúrgicos.

La última actividad de este primer día de Visita Pastoral, se desarrolló en la comunidad de Santa Cecilia, durante la homilía de la Eucaristía que presidió en dicho pueblo, señaló que “la cruz es la señal del cristiano, porque si bien es cierto antes de Cristo la cruz era el suplicio de los grandes criminales, con Cristo se da la exaltación de la Santa Cruz porque es instrumento de vida, ya que gracias a Jesús en la cruz alcanzamos el perdón de los pecados”.

“Hoy al celebrar la independencia, tenemos que tomar en cuenta que el pecado nos hace esclavos y por eso tenemos que aceptar a Jesús que nos da la verdadera libertad, para ello es necesario mirarlo con fe y seguirlo de corazón. Para hacernos libres, nos pide que aceptemos su cruz negándonos a nosotros mismos, y esto implica saber sobrellevar las dificultades de la vida, porque ahí nos estamos configurando con él”, indicó. Concluyó la homilía invitando “a examinarnos cómo estamos llevando nuestra propia cruz, porque ella es una oportunidad para salvarnos y para madurar, pidamos su gracia porque todos delante de la cruz somos débiles”, precisó.

Luego de la misa, la familia Valverde expresó cómo durante 24 años de servicio se ha acompañado la vida espiritual de este pueblo, recordó que ya para esa época se contaba con gran parte de la estructura gris del templo, a lo largo del tiempo se ha ido trabajando por el bien de esta filial tanto a nivel físico como espiritual. Eugenio Valverde, como delegado de la Palabra, le hizo saber también los esfuerzos que se realizan por acompañar los procesos de pastoral y los distintos servicios que se desarrollan, con el elemento particular de que todos los agentes pertenecen a una sola familia; no obstante, el obispo hizo un llamado a que otras familias puedan integrarse en este servicio, por lo que pidió trabajar sobre este aspecto de tal manera que haya representación de todos.

Finalmente, vecinos de Santa Lucía que asistieron a la celebración, comentaron un poco la realidad de esta filial, señalan que hay mucha organización social y son muy solidarios; a nivel espiritual reconocen que se deben seguir haciendo esfuerzos por la conformación del Consejo de Evangelización, al tiempo que le comentan sobre el proceso de catequesis lo cual miran como una bendición. El delegado de esta comunidad pide de ser posible que se hagan encuentros diocesanos para motivación y animación de estos servidores. Al final de la jornada, monseñor agradeció el trabajo y pidió que se continúe trabajando con el Plan de Evangelización.

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