Una soleada y calurosa mañana concedió el Señor para los cientos de fieles procedentes de las parroquias de Sabalito, Agua Buena, Fila Guinea y San Vito que se hicieron presentes en la cabecera del cantón para vivir este Jubileo Extraordinario de la Misericordia en la Vicaría Beato Pablo VI.
Numerosas familias identificadas por los colores rojo, blanco, celeste y verde, pintaron literalmente las carreteras principales de San Vito cuando peregrinaron al tiempo que rezaban el rosario en una plegaria confiada, en donde pedían por sus familias y las del mundo entero.
Encabezados por el pastor diocesano Mons. Gabriel Enrique Montero, los fieles se aprestaron a pasar por la Puerta Santa de la Misericordia y vivir así una mañana muy provechosa, que contó con la participación activa de todos los presentes. Así, con la ayuda de una dramatización que logró mezclar la picardía con la denuncia social, se reflexionó en torno a la vivencia de la familia de Jesús y los nuevos flagelos que hoy viven tantos migrantes que en busca de sueños son explotados y denigrados por una sociedad injusta e inhumana.
Seguidamente, entre espacios de cantos y aclamaciones, se contó con el mensaje directo y certero del Pbro. Pedro Obando, Misionero de la Misericordia; en su compartir señaló que “el penitente se encuentra inmerso en la misericordia de Dios, pues estando en gracia suya vive la Eucaristía plenamente” y eso venimos a vivir hoy, puntualizó. Hizo un llamado a entrar en sí mismo y descubrir si lo que tenemos y somos es para glorificar a Dios, pues “la misericordia es abrir el corazón al miserable, y para encontrar la gracia de Dios y «es necesario salir y que la Iglesia sea el hospital de campo», recordó con las palabras del Papa Francisco.
También se vivió un espacio para conocer testimonios, se contó con la vivencia del matrimonio Venegas Prendas pertenecientes a la Parroquia de Agua Buena, quienes contaron cómo el Señor ha sido la clave para su vida personal y matrimonial, así mismo hicieron un llamado a los jóvenes ahí presentes a abrirle el corazón a Dios; seguidamente, un joven sanviteño que participó en la JMJ en Cracovia compartió su experiencia y recordó que el Papa Francisco les invitó a entregar su vida por la evangelización.
Monseñor en su homilía con gran firmeza indicó «que los problemas matrimoniales se dan por la infidelidad a Dios, pues la lejanía de él lleva a la infidelidad al ser humano», ante esta realidad hizo un llamado «a compartir la fe y compartir la oración como antídoto ante el fracaso, pues un matrimonio que está unido a Dios estará unido en su relación».
Con gran gozo afirmó en su homilía: «¡qué hermoso para nosotros los sacerdotes es ver una pareja que llega unida!, tomada del brazo a recibir la Sagrada Comunión, que extraordinaria maravilla mirar una pareja que oran juntos; esto sí debería ser publicado en los medios de comunicación», es por esta razón que «hoy damos testimonio de que Dios es el principal y el primero, porque teniendo a Dios en su lugar, es la tabla de Salvación para cualquier matrimonio», precisó.
Con el Evangelio de este domingo, Mons. Montero dijo que «son muchos los que entran por la puerta ancha que lleva a la perdición y desafortunadamente pocos los que entran por la puerta angosta; la salvación para el matrimonio será entrar por la puerta que es Jesucristo, por la Puerta Santa como lo hicimos hoy; ¡qué alegría rociar de agua bendita a tantas familias como lo hice hoy!, familias ya benditas por su mismo matrimonio. Pero en Costa Rica también estamos queriendo pasar por la puerta ancha cuando no se quiere el sacrificio, cuando se pretenden matrimonios que solo satisfagan el egoísmo personal; por ello hay que tener cuidado…», indicó
Finalmente, el obispo dijo que mientras peregrinaba y miraba tanta multitud presente “pensaba en las multitudes en los otros lugares de la diócesis y en las multitudes que quieren vivir cristianamente, y por primera vez me dije en estos dos años y medio que tengo de ser obispo, Costa Rica tiene salvación, Costa Rica tiene esperanza, mientras hayan buenos matrimonios y personas santas que glorifiquen el nombre de Dios con su propia vida, habrá una esperanza; muchas veces, después de mi regreso al país, yo he pensado que este país no tiene esperanza, pero hoy estoy seguro que sí la tiene…”; ante estas palabras tan hermosas del pastor a sus ovejas, más de mil personas reunidas en dicho lugar exultaron de gozo con dos momentos de aplausos que sin duda marcaron la celebración.