Hermanas Lauritas dicen adiós a la Diócesis de San Isidro

Con gran presencia de hermanos y hermanas indígenas, la mañana de este sábado 18 de agosto, en La Casona, comunidad Gnobe, se celebró la misa en acción de gracias por el servicio evangelizador que por casi tres décadas, ejercieron las Hermanas Lauritas entre los pueblos indígenas.

Con representación de pobladores de otros pueblos, los indígenas bribris, cabécares, teribes y bruncas, quisieron junto al obispo diocesano Mons. Montero, algunos sacerdotes y otras comunidades religiosas, rendir un acto sencillo pero sentido de gratitud, que contó también con algunos actos culturales y un compartir de alimentos.

Durante la homilía, Mons. Montero manifestó su sincera gratitud a las religiosas; «agradecimiento después de 28 años de servicio dedicado y fuerte, en La Casona, en Salitre, en Conte y en otros lugares, cuánto bien han hecho, cuántas visitas, talleres y sacrificios, algunas veces con peligros de muerte. Cuánto por agradecerles, por eso la misa, porque es la forma propia de los cristianos para decir gracias, porque así nos lo enseñó Dios. Al mismo tiempo, decimos perdón, perdón por las veces que no les hemos apoyado y no hemos sabido valorar su trabajo», afirmó Mons. Montero.

Al finalizar la Eucaristía, la Hermana Piedad, representante de la Directiva Provincial de la Congregación, afirmó que «la regla universal e infalible es el amor, por eso la Madre Laura dijo que ‘no se ama lo que no se conoce’; hoy, más que despedida es profundo agradecimiento a Dios, a la Iglesia, a monseñor, a los pueblos indígenas… pues con ustedes hemos podido caminar, aprender, enseñar y compartir la tarea de saciar la sed de Jesús de que sea conocido y amado por todos y todas», precisó.

«Quedan con el reto de continuar la obra de Jesús haciendo que la fe, la esperanza y el amor sean las virtudes con que se sacia la sed de Jesús para que todos sean tenidos en cuenta, con todos sus derechos de hijos e hijas de Dios y de igual dignidad», afirmó la religiosa en las sentidas palabras que dirigió a los presentes.

«Quiero aclarar, que no salimos porque no tenemos ya nada que hacer, porque en el trabajo evangelizador siempre hay algo que hacer, salimos porque debemos ser coherente con la regla de estar donde nadie quiere estar, en esto nos impulsa el Espíritu, por eso pedimos las oraciones para que las hermanas puedan saciar la sed de Jesús con su vida, en la nueva misión», acotó la Hna. Piedad.

Por su parte, la Hna. Sarita Sánchez actual responsable de la comunidad y quien por muchos años sirvió en estos territorios, dijo: «en estos 28 años de servicio son un montón de experiencias, donde solamente queda decir gracias, en estos años hemos pasado unas 36 hermanas en esta misión; por eso, agradecimiento a Mons. Gabriel por su cercanía y acompañamiento, a Mons. Ignacio que tuvo la iniciativa de convocarnos para la misión de compartir y acompañar los pueblos indígenas, a Mons. Loría por ampliar la misión a otros pueblos y territorios, a cada sacerdote que en las parroquias nos brindaron los espacios de compartir, a las congregaciones gracias porque hemos podido compartir la alegría de la vocación y la misión de la Iglesia, y a las comunidades por su apertura para compartir la vida y la fe».

Así, al referirse a los pueblos indígenas, la Hna. Sarita agregó: «hemos compartido con las familias y con los jóvenes, hemos hecho vida la misión…, en el compartir nos hemos enriquecido mutuamente al conocer y profundizar en sus historias, tradiciones y cosmovisión, por eso podemos decir con el poema de Jorge Robledo ‘indio es todo anhelo, india la luz que nos promete el cielo, y también indio el corazón de Dios'», finalizó.

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