La mañana de este viernes 16 de septiembre, estuvo marcada por la visita a dos lugares que de una u otra forma refieren al dolor pero también al amor; y es que primero se visitó el EBAIS de Pejibaye, ahí se realizó un recorrido por las instalaciones las cuales fueron bendecidas por el obispo, al paso que parte del personal de dicho centro le expusieron los grandes retos que la población presenta y que resumieron en las consecuencias por el uso de las drogas y el uso o abuso de medicamentos siquiátricos. Durante la visita, los profesionales de la salud pidieron al obispo continuar potenciando prácticas saludables por el bien de la juventud, y agradecieron por el acercamiento dela Iglesia, ya que siempre es necesario recordarle a la sociedad que no podemos perder la humanidad y el respeto por las demás personas.
Posteriormente, se visitó la familia Solís Picado, donde el señor Juan Carlos Solís sufre de ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica), una desconocida enfermedad que padecen 140 costarricenses; ahí monseñor pudo conocer el dolor de una familia pero ante todo fue testigo de la fe inquebrantable que les sostiene para seguir confiando en Dios; tanto Juan Carlos como su esposa Jerlyn fueron poco a poco describiendo el proceso que se ha vivido durante estos dos años, desde aquel día de su cumpleaños cuando recibió el diagnóstico médico; ante todo lo sucedido, señalaron con toda libertad: “no ganamos nada desesperándonos”. Mons. Montero hizo énfasis en el testimonio que este matrimonio está dando, de mantenerse unidos en medio de la enfermedad y ser apoyo el uno para el otro en el dolor; también el obispo elevó una sentida oración pidiendo a Dios que “siga concediendo la fortaleza espiritual y si es su voluntad la sanación física”, no obstante señaló con toda propiedad que admira y respeta la serenidad de espíritu de don Juan Carlos.
Por la tarde, el obispo visitó la comunidad de Aguas Frescas, localidad ubicada a pocos minutos de Ciudad Cortés, ahí fue recibido por niños, jóvenes y adultos que con pancartas y cantos mostraron su mayor por la presencia del pastor, la cual catalogaron como gran fiesta; durante la homilía monseñor hizo referencia a tres aspectos fundamentales en la vida del cristiano “el primero de ellos es que se cree en un Cristo Resucitado, nosotros los cristianos tenemos que ser testigos de él, si Cristo no hubiera resucitado vana sería nuestra fe y no estaríamos haciendo nada aquí, sin Cristo mi vida no tiene sentido y hundidos estaríamos en nuestros pecados sin ninguna esperanza de salvación; el segundo elemento es que si Cristo está resucitado, él está en aquellos que creemos, en la comunidad de los creyentes, es decir en la Iglesia, porque aquél que cree en Cristo cree en su Iglesia; y un tercer elemento es que para ser un verdadero cristiano, debemos practicar lo que el Señor nos enseñó, amar; porque él nos enseñó a amarnos los unos a los otros, incluso hasta los enemigos.
Luego de la Eucaristía, se sostuvo un compartir con la comunidad, ahí hablaron de la realidad que viven, donde sobresale el problema del agua, pues en muchas ocasiones no tienen este líquido tan necesario. Finalmente, manifestaron que se sienten bendecidos por la presencia del obispo en medio de esta comunidad y lo ven como un regalo de Dios. Cabe señalar que a esta Eucaristía asistieron hermanos de comunidades vecinas, incluso pueblos atendidos por las parroquias de Boruca y Ciudad Cortés.
Después tuvo lugar la visita a la comunidad de La Virgen, ahí también los habitantes mostraron alegría por el encuentro con su pastor diocesano; durante la homilía recordó que “en cada celebración recibimos la Palabra de Dios, pero no siempre la recibimos como Palabra de Dios”, al respecto indicó que “siempre nos tiene que quedar algo, oímos pero no escuchamos la Palabra y por eso al llegar a la casa no nos recordamos del mensaje; Dios siempre nos dice algo importante para nuestra vida, Jesucristo es el que nos habla, por eso tenemos que escuchar para ponerlo en práctica su mensaje”.
Durante el conversatorio posterior a la Eucaristía, los pobladores le comentaron al obispo que el gran problema de la comunidad de La Virgen es que se está envejeciendo con el gravante que casi no hay niños; ante esto, monseñor dice que “es una realidad que se da en toda Costa Rica, razón por la cual invito a los jóvenes a no cerrarse a la vida cuando opten por el matrimonio”, precisó.
La jornada de este día terminó con una cena en la comunidad de Guagaral, ahí los agentes de evangelización además de los alimentos le compartieron detalles históricos y su realidad, momento que aprovechó monseñor para animar a los agricultores en medio de sus luchas y esfuerzos.