Nuevo sacerdote para la Diócesis de San Isidro

        El pasado sábado 4 de febrero, la Diócesis de San Isidro se llenó de alegría por la ordenación presbiteral del Diác. Jesús Rafael Zúñiga Umaña, nativo de San Pablo de León Cortés y quien actualmente sirve en la Parroquia de Buenos Aires.

        La soleada y calurosa mañana fue el escenario propicio para que el pueblo de Dios se congregara en la Iglesia Catedral en torno al obispo; y así, religiosos, laicos y sacerdotes pudiéramos acompañar con la oración, la ofrenda de vida que Jesús Rafael hacía, al tiempo que nos convertíamos en testigos del amor de Dios al seguir llamando pastores en favor de su pueblo.

        Durante la homilía, Mons. Montero recordó que “el sacerdote es escogido por Dios de entre los hombres, para servir en las cosas que tienen que ver con Dios y su Iglesia”; por esta razón, resaltó la alegría que se vive al contar con un nuevo sacerdote.

        Basado en las lecturas escogidas para esta ocasión, indicó que “Moisés se queja ante Dios y le dice yo no puedo con este pueblo, es demasiada la carga, yo no puedo llevarla sólo; y el Señor en su gran misericordia le dice: escoge unos cuantos ancianos para que te ayuden en la guía del pueblo; es así como se eligen 70 ancianos”.

        El obispo diocesano prosiguió señalando: “el presbítero es anciano por el papel que debe cumplir en su pueblo, pues con toda la sabiduría será maestro del pueblo; por eso, les infundió el espíritu y la responsabilidad de Moisés. ¡Qué linda imagen de la Iglesia! Hoy el obispo, al ordenar comparte el Espíritu y por ende comparte su sacerdocio, su misma responsabilidad o tarea pastoral”.

        Por ello, el obispo fue enfático “Rafael, toma en serio las palabras de Moisés, yo sólo no puedo con este pueblo, experimentarás una carga pesada sobre sus hombros, pero entendamos que yo no puedo sólo, lo primero que debo hacer es invocar la misericordia del Señor, pedir su auxilio, pedir su santo espíritu… Si el sacerdote no hace esto, será un fracaso total, porque pronto verá que no puede”.

        Con el Evangelio proclamado durante la ordenación, Mons. Montero insistió en la imagen del Buen Pastor. “Nadie quiere y nadie necesita malos pastores, y aunque nadie es malo, por una debilidad humana y por descuidarse de Dios es que hay malos pastores”, precisó Mons. Montero.

        Por último, se dirigió a Jesús Rafael, diciéndole: “el sacerdote debe estar dispuesto a darlo todo y estar enteramente dispuesto para servir a su pueblo, hasta dar la vida por sus ovejas; en cada momento estarás dando la vida por su pueblo, en los momentos de soledad, tentación, confusión, cansancio y debilidad, ahí tendrá que recordar que está dando la vida poquito a poco por su pueblo; si no, no tendrá sentido su trabajo y serás una máquina y un sacerdote que será rutina. El verdadero amor del sacerdote debe ser como una madre, que a altas horas de la noche está trabajando por sus hijos… El sacerdote tiene que hacer vida aquello de: nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus hermanos”. Pero también, “cuida de ti mismo y cuida de las ovejas que se te han sido confiando; tampoco te desgastes irracionalmente, cuida de tu salud, descanso, vida espiritual y persona…”, precisó Mons. Montero

        Finalmente, el Pbro. Jesús Rafael Zúñiga se dirigió a los presentes recordando que éste es “un día hermoso porque es eterna su misericordia, me miró y me llamó, porque es eterna su misericordia”. Posteriormente, agradeció a todos por su cercanía y asistencia, “gracias, gracias por sus oraciones y compañía, gracias por su amistad y consejos en todo este tiempo de discernimiento, les pido que por favor no se olviden de orar por este siervo inútil del Señor, frágil como ustedes pero que confío en la misericordia del Señor que ha llamado”, puntualizó.

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