Del 29 de septiembre al 5 de octubre, los seminaristas de nuestra Diócesis de San Isidro estuvieron realizando una semana de misión en la Parroquia de Potrero Grande, comunidad que está bajo el patrocinio de Nuestra Señora de la Candelaria.
La misión, práctica que desde hace ya muchos años se realiza como parte de la experiencia formativa de los seminaristas, tiene por finalidad poder establecer esa relación práctica del conocimiento de la realidad diocesana y una experiencia de vida evangelizadora.
Así, los seminaristas que cursan la Teología junto a los que están en los años avanzados de Filosofía, tuvieron la oportunidad de compartir en los sectores de Chánguena, Bioley, La Lucha y Potrero Grande actividades con niños, jóvenes y adultos, realizando visiteos de hogares, encuentros en los centros educativos, obras de caridad y momentos de oración.
El seminarista Anthony Cordero Rivera, quien estuvo destacado en la comunidad de Potrero Grande, comentó a Radio Sinaí 103.9 FM que, «la experiencia ha sido muy buena, me ha sorprendido bastante, quisiera resaltar dos actividades: primero, la visita a los colegios, puesto que cuando uno piensa en ir a visitar colegios le podría parecer que va a encontrar recelo o tal vez hasta rechazo de parte de algunos jóvenes o incluso de las mismas instituciones; sin embargo, ha sido todo lo contrario, esto nos indica que en nuestra Diócesis hay una gran apertura por parte del personal administrativo para que la Iglesia haga presencia en sus instituciones, y los muchachos están muy dispuestos, muchos de ellos con muchas ganas de seguir a Jesús y de responder a su llamado».
«Segundo, al visitar las familias, me sorprende que siguen siendo necesitadas de que las visitemos, debemos conocer su realidad, no nos podemos quedar sólo con lo que podamos conocer en las misas, esto no podemos verlo como algo de paso, sino que, cuando se hace reflexión, cuando se da el momento de compartir, y poder saber sobre la realidad de ellos, y no se diga de cuando a alguna familia necesitada se le puede llevar algún diario o comida, porque aunque sea un gesto sencillo, que tampoco le va a solucionar la vida por completo, el hecho de que le podemos facilitar alguna pequeña ayuda y estar con ellos, a muchos de ellos se le ven lágrimas pero de alegría y de agradecimiento por ese gesto tan pequeño en donde miran a Dios», afirmó el joven Cordero Rivera visiblemente conmovido.
Por su parte, el seminarista Lucas Alvarado Naranjo quien realizó la misión en el sector de Changuena, precisó: «se trabajó mucho en el colegio, donde se estuvo dos días de encuentros, tanto con estudiantes como con los docentes y el personal administrativo; se hizo también un trabajo con los agentes de evangelización y en los hogares».
«La experiencia ha sido muy bonita, visitar los hogares y ver la alegría que causa la visita de un seminarista, eso me impresiona mucho, siento que me impacta mucho ver cuánta alegría causa eso, y me hace pensar cuánta más alegría causaría la visita de un sacerdote a un hogar, o que estas actividades se hicieran con más frecuencia, porque eso lo expresan mucho las personas, son pocas las veces que de parte de nuestras comunidades católicas se hacen visitas a los hogares; y sin duda, las personas lo agradecen mucho y servirá de mucho. Esto en cierta manera me conmueve y me hace pensar también en el acompañamiento que se debe dar a los lugares de trabajo», acotó Lucas.
Finalmente, el seminarista Leonardo Fallas Hidalgo, comentó a Sinaí su experiencia en el sector de Bioley, donde también se realizaron encuentros juveniles, visiteos, momento de oración con la Palabra de Dios y Hora Santa. «De esta experiencia nos dejamos sobre todo una gran satisfacción por estar con la gente, porque la misión no es otra cosa que estar con la gente, más que ir a proponer algo nuevo o extraordinario, es estar con la gente, es un estilo de vida que asume su estilo de vida, es llevar la presencia de Jesús en medio de la sencillez y de lo poquito y humilde que podamos hacer», recordó.