Somos constructores del Plan

El segundo día de Asamblea Diocesana ha iniciado con la celebración eucarística; durante la homilía Mons. Montero precisó que a la luz de la primera lectura, donde se nos presenta a David que desea construir una casa a Dios, nosotros hoy debemos recibir una enseñanza y aplicarla a nuestra vida.

«Nosotros que estamos hablando de evangelización y evaluando un Plan, efectivamente es una bonita imagen la de la David, y preguntarnos qué estamos haciendo nosotros en la predicación, en la catequesis y en la obra social, qué estamos buscando para construir un templo digno donde Dios habita», precisó monseñor.

«Nosotros estamos construyendo un templo también; primero, tenemos que trabajarnos a nosotros mismos, puliendo y madurando ciertos compromisos actitudes y convicciones, debemos preguntarnos qué tanto estoy cuidando ese templo de mi propia persona, buscando a Dios seriamente, aceptando esa Palabra para que vaya labrando, y ver si estoy tratando de librarme de mis propias debilidades; es necesario que no borremos con el codo lo que hacemos con la mano…», indicó.

Para esto, es necesario, que «cuidemos los pequeños detalles de nuestra vida, porque si no tengo buenas relaciones humanas de qué sirve ser sacerdote, obispo, doctor o lo que sea, sirve de nada…; ya luego puedes escribir bellezas, pero primero cuidar los pequeños detalles», insistió.

Así, «este templo hay que cuidarlo con la oración, alimentarlo con la Palabra y puliéndolo con el trato de los demás».

Segundo, «el templo de los demás, también tenemos que construir y cuidar ayudando a los demás, y hacerlo basados en la Palabra, oración y sacramentos», dijo.

Tercero, «el templo de la Iglesia, a veces no nos damos cuenta de que somos los culpables de que después otros odien el cristianismo, quienes odian muchas veces lo hacen porque nosotros le hemos dado pie para que odien la Iglesia, porque una cosa es predicar lindo y otra es dar efectivamente testimonio de una vida diferente», señaló con vehemencia Mons. Montero.

Entonces, estamos «llamados a inyectar en las venas de la sociedad y de la Iglesia, inyectar optimismo, esperanza y amor para que se realizce verdaderamente en la vida de la Iglesia y de la sociedad».

Cuarto, «el templo de la sociedad, somos parte de ella y no podemos simplemente escandalizarnos, ahí está nuestro reto y no sólo el dolor de cabeza, sino que es la oportunidad que Dios nos da para construir la sociedad…; porque también la política necesita ser purificada, por eso debemos interesarnos y poner un granito de arena, porque fuimos llamados para ser sal de la tierra y luz del mundo», recordó el obispo.

Palabras que fueron secundadas durante la primera sesión por el Pbro. Froilán Hernández, quien señaló que «es necesario rescatar la palabra y el gesto haciendo creíble la fe, porque lo propio de la fe es transmitirla, y el impulso misionero no es un añadido sino opción fundamental, haciendo así un proceso que implica suscitar, madurar y profundizar la fe».

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