Con un sol imperante en las tierras de Dota, que hacían algo templado el tradicional clima frío de aquellas tierras hermosas, inició la segunda jornada de Visita Pastoral nuestro obispo Mons. Montero, dirigiéndose a varios centros educativos que marcarían gran parte de las visitas de este jueves.
Así, llegó muy de mañana al Liceo de Copey, donde pudo reunirse con la directora y saludar a algunos profesores y parte de la población estudiantil, pudo constatar el estado de las instalaciones en donde unos 140 estudiantes viven su proceso de educación, ciertamente entre limitaciones marcadas por las condiciones del lugar pero unidos y esforzados por conquistar grandes logros; como pastor, les recordó la cercanía y apoyo que la Iglesia les ha dado y les dará mediante el préstamo del Salón Pastoral para su proceso, pero les instó a continuar los grandes esfuerzos por lograr sus propias instalaciones para así superar las limitaciones actuales.
Casi que de sorpresa, Mons. Montero quiso hacerse presente en la escuela de Copey, su visita provocó alegría y verdadero gozo en el personal docente, quienes no ocultaron su júbilo y en algunos miembros afloraron lágrimas de verdadero regocijo, la sensibilidad de los docentes quedó de manifiesto, y señalaban una y otra vez su admiración por la persona del obispo, su profundo respeto como pastor y su agradecimiento por ser la primera vez que un obispo les visitaba; ahí, monseñor oró por el personal y los estudiantes, pidiendo por la unidad y el trabajo como don que realiza al ser humano.
De regreso al centro parroquial, visitó la escuela de Santa María, donde compartió con los estudiantes y personal docente un mensaje que se centró en el tema de la misericordia, el respeto y la erradicación del bulling. En esta ocasión se presentó un detalle curioso, y fue que el mismo personal docente solicitó al obispo regresar en horas de la tarde para que pudiera compartir con los estudiantes del otro bloque, petición que fue aceptada por el obispo.
La jornada de este día, estuvo también marcada por la visita a dos micro-beneficios, estos encuentros sirvieron para ahondar en resaltar el trabajo familiar y la mística con que reciben también a los visitantes a su empresa; también monseñor les felicitó por los esfuerzos que realizan en rescatar y defender la naturaleza, logrando energías alternas como lo son los paneles solares o los procesos con cascarilla.
Aunque no se registraba en la agenda oficial, Mons. Montero tuvo la ocasión de visitar un sembradío de manzanas; y luego de superar un áspero camino, pudo constatar con sus propios sentidos el mundo de la producción de este fruto, quedando impresionado por la cantidad y por los esfuerzos que tantas familias realizan por alcanzar el sustento para los suyos.
La jornada concluyó con la visita a la comunidad de La Cima donde presidió la Eucaristía, la cual contó con representantes de Copey y unos pocos de La Trinidad; en ella hizo referencia a la necesidad de defender la Casa Común, mandato que se desprende de la Encíclica Laudato Si, porque estamos llamados a descubrir la naturaleza también como un don de la Pascua, señaló el obispo.
Durante el diálogo que se generó en esta ocasión, entre las muchas preguntas y temas que abarcó el obispo, rescatamos que señaló la necesidad de que los jóvenes que van a confirmarse tengan una vida cristiana y comprendan lo que significa ser parte de la comunidad de fe; mismo compromiso se pide a todos los que quieran acercarse a los sacramentos.
El obispo, terminó señalando la necesidad de la adoración a Jesús Eucaristía por parte de todos los creyentes y enfatizó en la urgencia de hacer un análisis de la parroquia a la luz del Plan Diocesano y de la realidad parroquial para establecer los propios desafíos.
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