Con la luz de María es necesario superar contradicciones, dice Mons. Montero

Este viernes 31 de julio, Mons. Fray Gabriel Enrique Montero Umaña presidió la Eucaristía en la Basílica de los Ángeles, en la tradicional novena que se organiza en el Santuario Nacional de la Negrita. En esta oportunidad, aunque sin presencia de fieles a causa del Covid-19, el obispo no dejó pasar la oportunidad de estar a los pies de la Madre para presentar a los fieles y hacernos partícipes de aquel singular momento. “Estoy consciente de que hoy represento aquí no sólo a los muchos católicos de nuestra Diócesis que no han podido hacerse presentes, sino también a la multitud de católicos costarricenses que, a causa de las medidas higiénicas que debemos observar, tampoco han podido celebrar estas fiestas como ellos y nosotros hubiéramos querido. Delante de la Reina de los Ángeles quiero presentar el dolor, la inseguridad y las angustias de un pueblo entero que están conociendo la lejanía de seres queridos, la enfermedad, la muerte, la pérdida o escasez del trabajo, en fin, el empobrecimiento y la inestabilidad emocional provocados por los efectos de esta pandemia. Quisiera que todos ellos se sientan aquí con nosotros; que sepan que la lejanía física de la Basílica los Ángeles no impide que sus dolores, sus angustias y sus ruegos lleguen hasta ella y que ella, a su vez, los presente ante nuestro Señor Jesucristo, quién los escuchará benignamente”, inició indicando el prelado, en su homilía.

Ante el tema que fue designado para este día de la novena en honor a la Madre del Cielo, el obispo de San Isidro lo abordó desde la pregunta: “¿Por qué se le llama a María fuente de luz? La primera razón, es porque ella es madre de Aquel que pudo decir, como lo atestigua el Evangelio de hoy: ‘Yo he venido al mundo como luz, y así, el que cree en mí no quedará en tinieblas’. En efecto, la venida de Cristo al mundo y la historia misma del cristianismo, a pesar de las muchas fallas que hemos tenido los cristianos, es un testimonio vivo de que la humanidad ha recibido, a través de sus enseñanzas y, sobre todo, a través del ejemplo de su vida, una luz tal que ha iluminado, como nunca antes, el caminar de esta familia humana”.

Y agregó: “María es fuente de luz porque ella misma aparece ante la humanidad de todos los tiempos como un modelo de lo que cada uno de nosotros está llamado a ser, ella es mujer de luz que resplandece con la claridad de apariciones angélicas, con el brillo de los milagros de su Hijo, con el fulgor de la resurrección de Cristo y con el fuego del Espíritu Santo; mujer de luz porque siempre vivió y defendió la verdad, porque actúo diáfanamente con José su esposo no ocultándole la verdad de su embarazo, porque arriesgó su vida caminando con su Hijo hasta la cruz, dando así pie para que se le juzgara públicamente como la madre de uno que, en ese momento, era considerado como un criminal”.

Por estas y otras razones, el obispo conventual precisó: “María es fuente de vida, en fin, porque fue la primera en participar de manera plena en la nueva vida que nos trajo Jesucristo; ella es la mujer Nueva, Madre de la nueva humanidad.

Al mirar este ejemplo de vida, según predicó Mons. Montero, es preciso superar ciertas contradicciones que se presentan en muchos cristianos, pues “María espera de nosotros una total sinceridad y claridad en cuanto a la práctica de nuestra fe cristiana. Mientras en nuestro pueblo hay un núcleo de católicos y de otros cristianos que viven sinceramente su fe, y son ejemplo de santidad, hay una buena parte de ese mismo pueblo que, aunque sigue llamándose cristiano, de hecho, no tiene verdadera intención de serlo. Me refiero a la falta de valentía de todos esos llamados cristianos cuya forma de vida es un escándalo, sobre todo para quienes quisieran seguir creyendo en Cristo y ser fieles a esa vocación… En la iglesia de Cristo todos somos solidarios y, por tanto, partícipes tanto de lo bueno como de lo malo que hacemos”, precisó.

En el desarrollo de su homilía, agregó que, “la otra gran contradicción que vive nuestro pueblo cristiano es el escándalo de un país por años plagado de divisiones sociales y económicas; una realidad que no terminamos de aceptar. Una gran cantidad de costarricenses, que se proclaman cristianos, se han enriquecido ilícitamente disfrutando de escandalosas pensiones de lujo, evadiendo a toda costa el pago de impuestos, pagando salarios de hambre, especialmente a trabajadores del campo y a personas extranjeras. Esas mismas personas, que han disfrutado por muchos años de lujos y de privilegios extravagantes, siguen frecuentando nuestros templos y hasta se hacen pasar por cristianos ejemplares; muchas de ellas son las que hoy se oponen más fuertemente a las reformas tributarias que han querido impulsar varios gobiernos; las mismas que quieren atar las manos a las fuerzas impulsoras de cambios desde el ámbito político y religioso; las mismas que a menudo se escandalizan de ciertas ideas o acciones del Papa Francisco y de otros jerarcas de la Iglesia, porque no calzan exactamente con su aberrante religiosidad”.

La tercera contradicción que monseñor precisó en su homilía y que según su criterio la Virgen de Los Ángeles nos reprocha, es «el desprecio de la vida, en particular de la vida de criaturas inocentes e indefensas. Los niveles de abortos en nuestro país, por ejemplo, van cada día en aumento. Ciertas leyes aprobadas en las últimas décadas, no hacen sino abrir nuevos portillos a las amenazas contra la vida de innumerables criaturas a las cuales se les niega el derecho a vivir”.

Finalmente, indicó que, “la actual pandemia tiene que dejarnos muchas lecciones y llevarnos a cambios radicales en la forma de vida de muchos de nosotros los ticos. No debemos sólo pedir a la Negrita que interceda por nosotros para que termine la pandemia, sino también que ésta no termine antes de que nuestro pueblo haya entendido mejor los caminos de Dios, reconocido sus errores y hecho firmes propósitos de cambio”.

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