P. Marcelino preside su primera misa en Catedral

En el contexto de la misa dominical del I Domingo de Adviento, en la tarde de este sábado 26 de noviembre, el Padre Marcelino Castillo Sancho ha presidido en nombre de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote su primera eucaristía, acompañado de un significativo número de sacerdotes y fieles, entre los que destacaban sus cohermanos sacerdotes de Catedral, parroquia donde ejercerá su ministerio presbiteral.

Con un templo abarrotado por vecinos de Pérez Zeledón y un clima solemne, los cantos bellamente entonados por el coro, junto a los textos litúrgicos y de la Palabra de Dios, fueron conduciéndonos poco a poco a adentrarnos en la espera propia del Adviento; así, el Padre Castillo, bendijo las coronas y marcó el inicio de este hermoso tiempo, encendiendo la primera vela.

Fue el sacerdote y formador del Seminario Nacional Nuestra Señora de los Ángeles, Pbro. Johnny Monge Zeledón quien, al predicar la primera misa del Padre Marcelino, señaló la misión en este tiempo: “son tres, según los textos, las venidas del Señor, primero en la humildad del portal, segunda al final de los tiempos, y las continuas e intermedias venidas en las experiencias fuertes o acontecimientos importantes de la vida, no sólo en los prósperos sino en los adversos, y es ahí donde tenemos que abrir el corazón”.

Y dirigiéndose al Padre Marcelino, agregó: “que importante esta primera misa, pues al ser configurados con Cristo Sacerdote, nosotros comenzamos una vida sacerdotal, no somos sacerdotes a ratos al administrar un sacramento sino que, las 24 horas del día y hasta nuestra muerte somos sacerdotes, junto a esta vida está nuestro ministerio sacerdotal […] La Eucaristía debe ser la fuente y cumbre de toda vida cristiana, debe ser siempre y todos los días la fuente y cumbre de su vida y ministerio”.

Luego, el Padre Johnny precisó los dos momentos o ritos que dentro de la Ordenación tienen particular sentido y profundidad para él, compartiendo con el Padre Marcelino un breve pensamiento sobre cada uno. Al ser ungidas las manos del neo presbítero, el Obispo le dice: “Jesucristo el Señor, a quien el Padre ungió con la fuerza del Espíritu Santo, te auxilie para santificar el pueblo cristiano y ofrecer a Dios el sacrificio. Cristo que se entregó en el Calvario, en cada misa se ofrece al Padre por manos de sus sacerdotes, uno se siente confundido porque con humildad tenemos que reconocer que somos limitados, frágiles y pecadores, pero que grande que el Señor quiera ponerse en nuestras manos indignas”, recordó.

Segundo, es cuando el Obispo le entrega al nuevo presbítero el cáliz con el pan y el vino, y le dice: “Recibe la ofrenda del pueblo santo para presentarla a Dios, considera lo que realizas e imita lo que conmemoras, y configura tu vida con el misterio de la cruz del Señor. La cruz acompañará la vida sacerdotal, no faltarán dificultades y momentos de tentación, adversidades e incomprensiones de compañeros y fieles, enfermedad y hasta la pobreza en la vida del sacerdote; ahí, recuerda esas palabras”, precisó el Padre Monge.

Finalmente, citando a San Juan Pablo II, el Padre Johnny le dijo al Padre Marcelino, “somos inmensamente necesarios a los hombres como el que da testimonio, el testimonio de sacerdote compromete a toda nuestra persona, el Señor parece decirnos, tengo necesidad de tus manos para seguir bendiciendo, necesidad de tus labios para seguir hablando, necesidad de tu cuerpo para seguir sufriendo, necesidad de tu corazón para seguir amando, y necesidad de ti para seguir salvando”.

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