Padre Marvin: descanse en paz, querido misionero de las montañas

(Agradecemos a Mons. Javier Román Arias por las fotografías y el material ofrecido para esta nota)

Este jueves 27 de enero al ser las 11 am, se celebró la Eucaristía de funeral del sacerdote vicentino, Padre Marvin Robles, en la comunidad de San Martín de El Cedral, filial perteneciente a la parroquia de nuestra Diócesis de San Isidro, Santa María de Dota, de donde era originario.

Ante la noticia de su fallecimiento, el Obispo de Limón, Mons. Javier Román Arias, en sus redes sociales publicó: «con profundo dolor comunicamos la muerte del Padre Marvin Robles CM, misionero vicentino quien por años trabajó en nuestra diócesis en las parroquias de los territorios indígenas, San Antonio de Bribri y Santiago Apóstol de Amubri. Fiel a su carisma, entregando siempre lo mejor de sí a todos, con alegría encarnó a Cristo Servidor, y en los últimos meses se unió a Él en la cruz de una enfermedad agresiva que; sin embargo, nunca borró de su conciencia su amada montaña, los ríos, las misiones de días de camino, y la sencillez auténtica de las familias indígenas que lo acogieron tantas veces».

Durante la homilía de su funeral, Mons. Román precisó: «puede sonar paradójico, pero hoy venimos a agradecer a Dios por el don de la vida, porque la vida de los creyentes, como lo fue el Padre Marvin, no termina aquí, un ataúd no es el punto final de nuestra existencia, porque no es la muerte la que tiene la última palabra, sino la resurrección de Cristo, en la cual hemos vencido la muerte y se nos han abierto para siempre las puertas del cielo».

«Todos tenemos un buen recuerdo con el Padre Marvin, su familia desde luego, sus amigos, compañeros de estudio, hermanos vicentinos, feligreses de las parroquias en las que sirvió siempre con entrega y alegría. Yo personalmente guardo en mi memoria muchos momentos vividos con él. En particular las giras que hicimos en los últimos años a las comunidades indígenas, siendo el Padre párroco en Santiago Apóstol en Amubri, la parroquia más extensa y por mucho la de más difícil acceso del país», recordó el prelado limonense.

Al describir el ministerio y vida del Padre Marvin, el obispo indicó: «su palabra siempre era de ánimo, de empuje, de apoyo. De su parte nunca un reclamo ni una queja, paso a paso, con una fortaleza física envidiable, llegaba hasta los lugares más lejanos, siempre amigo de todos y haciendo el bien. Sus Eucaristías en los pueblos indígenas eran sencillas, se preocupaba por hablar de modo que fuera comprendido, ponía ejemplos sacados de la naturaleza y de la cosmovisión religiosa indígena. Seguro por este don era tan querido por sus amados indígenas».

Y agregó: «en la etapa final de la hermana enfermedad que sufrió, perdió recuerdos de casi todo, menos de dos cosas: la montaña y su conciencia de ser sacerdote. Así lo recibió el Señor ayer cuando falleció a la hora del Ángelus: con sus manos gastadas por el trabajo misionero, y con el corazón de buen pastor que siempre tuvo. No tengamos ninguna duda hermanos, hoy ustedes y yo, la Iglesia en nuestro país y en el mundo, tiene un nuevo intercesor desde el cielo, el Padre Marvin Robles».

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